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CONVERTIR LOS ERRORES EN UNA HERRAMIENTA DE APRENDIZAJE Y MEJORA CONTINUA

Escrito por Julián Barriga – Armónico Agencia Consultora.*

El miedo a cometer errores es uno de los más comunes y se suele entender como una situación que afecta el valor de la autoestima, el orgullo y el ego. Tanto puede ser el miedo que tienen las personas a equivocarse, que generalmente desemboca en la producción inconsciente de actitudes como la timidez y el aislamiento, lo cual conlleva a que un individuo que no acepta el error como parte de su vida o teme a las repercusiones que esto pueda tener, se limite al desarrollo de sus capacidades.

El pánico a fallar se ve influenciado directamente por los moldes de comportamiento social que se han ajustado dentro de la sociedad; acaso ¿quién no teme a errar en algo que dice conocer y luego ser víctima de críticas ajenas o pensar que por haber cometido esa falla se verá sometido a algún tipo de castigo o regaño? Sin duda estas situaciones son muy comunes en la mayoría de los casos. 

Muchas veces solemos ver el error como algo perjudicial y respondemos de forma negativa ante el suceso, ya sea que recibamos una respuesta desalentadora por parte de un tercero, o incluso, como también es común que suceda, ser uno mismo prisionero de sus pensamientos intolerantes al fracaso.

Sin embargo, hay que entender que cometer errores es algo totalmente normal, más aún cuando estamos dentro del proceso de aprender algo nuevo. Diferentes profesionales y expertos del sector educativo aseguran que cometer errores, al contrario de lo que se cree, puede ser un factor potencialmente positivo y ayuda a que los alumnos visualicen de forma más clara cómo hacer eso que quieren desarrollar.

¿Cómo cometer errores puede servir para el progreso de aprendizaje?

En el libro “The learning Gap”, de los psicólogos James Sigler y Harold Stivenson, se realizó un estudio minucioso sobre la forma de enseñanza de la asignatura de matemáticas en diferentes países. Los autores encontraron que, por lo general en el enfoque americano, los docentes se basaban en emplear un número limitado de metodologías y no hacían énfasis en el error, centrándose más en encontrar los caminos que llevaban a las respuestas correctas. 

Así mismo, el estudio reveló que en Japón la docencia empleaba un método muy distinto, donde el alumno era expuesto a varios tipos de enfoques y tenía la libertad de elegir por cual quería ser guiado. Además, se veía el error como algo natural que forma parte del proceso de aprendizaje y no se castigaba al alumno cuando lo cometía, a diferencia lo que se buscaba era motivarlo a aprender de los errores y que los como una oportunidad de crecimiento.

De esta forma se aseguró que el alumno no sintiera miedo por fallar y a nivel consciente se diera cuenta que en realidad los errores eran algo bueno, ya que le mostraba un punto a mejorar y tomar en cuenta para alcanzar su objetivo. Consecuentemente, también los estudiantes en Japón se adentraban a un ambiente más armónico sin complejos de burla, críticas o presión por parte de compañeros de clase o profesores, haciéndoles comprender que no se es el mejor cuando se gana ni tampoco el peor cuando se pierde.

De todas formas el miedo a la equivocación siempre va estar latente, no es algo que se puede eliminar de forma definitiva en nuestras vidas, por tanto, el enfoque pedagógico tiene que estar orientado a la comprensión del miedo y cómo controlarlo de manera adecuada para que no nos paralice ni impida desarrollar nuestras habilidades.

Según los explica Paul Randolph, Psicólogo especialista en Mediación y Pedagogía, este hecho tiene su explicación biológica en respuesta a las conexiones neuronales establecidas en el cerebro que corresponden al mecanismo de evasión del dolor físico o emocional.

Randolph argumenta que nuestro cerebro activa una serie de estímulos neurológicos cuando nos enfrentamos a situaciones de peligro o amenaza, lo cual conlleva a que queramos evitar esa situación, y en caso de tener que enfrentarla, responder bajo un modo de respuesta como la justificación o la ira.

Para entenderlo mejor, podríamos poner el ejemplo común de un alumno que reprueba un importante examen y siente el miedo de las correspondientes consecuencias por haber fallado. 

El estudiante en su intento por evitar el dolor o como un mecanismo de defensa para evitar regaños por parte de sus padres o docentes, podría no enseñar los resultados del test, justificar el por qué reprobó la evaluación sin aceptar su responsabilidad, o enojarse desmedidamente quejándose y echando la culpa a otros factores.

Lo importante en este punto es que la atención de los docentes debe estar dirigida a las consecuencias que esto puede traer en el alumno y cómo apoyarlo en su proceso, haciéndole permanecer tranquilo y con confianza en su progreso académico.

A continuación exponemos un conjunto de pautas que pueden ser de gran ayuda para el docente y le permitirán apoyarse en una guía sobre cómo incentivar a sus alumnos a entender el miedo a equivocarse y tomar provecho de ello.

  1. Se debe comprender que es normal equivocarse. El ámbito académico requiere de la competitividad para el desarrollo de competencias, los alumnos constantemente tienen que asumir escenarios de evaluación y calificaciones, lo cual puede crear un entorno donde el estudiante se ve expuesto a altas presiones y posteriormente puede ser objeto de bullying por los errores que realice. Acá el docente debe enseñar a sus alumnos que ninguno es mejor que el otro por razón de sus resultados, enfocarse en que todos son susceptibles a equivocarse y que esto solo representa un punto de mejora y corrección.
  2. Enseñar inteligencia emocional. Las personas con altas habilidades de inteligencia emocional suelen reprimirse mucho menos por cometer un error y tienen la capacidad de apalancarse de ello. En este sentido, es muy importante enseñar inteligencia emocional a los alumnos, incluso algunos expertos afirman que debería ser una asignatura interdisciplinar en el colegio para que los aprendices no se cohíban tanto por cometer errores y, en consecuencia, que esto afecte su emocionalidad. 
  3. No calificar todas las entregas. Según lo explica el escritor y conferencista Jürgen Klaric en el documental “Un crimen llamado educación”, uno de los grandes problemas del sistema educativo actual a nivel mundial es que se ha establecido la acción de otorgar notas como medida de aprobación académica. Klaric afirma que esto repercute en que los alumnos se sientan evaluados la mayor parte del tiempo y no se les permita explorar su creatividad para aprender bajo un modelo más experimental e individual. Por el contrario, según dice el autor, esto se remplaza por una educación transversal y rígida. Una de las soluciones sería el hecho de incentivar a los pensamientos preliminares, es decir que el estudiante pueda entregar avances o trabajos sin nota y les sirva como borrador para atreverse a fallar y revisar sus errores. 

Como se decía anteriormente, con estas ideas no se pretende poder eliminar el miedo de cometer errores, pero sí asegurar un ambiente de enseñanza más idóneo donde los estudiantes puedan fallar con la confianza de aprender de ello y no sentirse afectados de ninguna forma. 

El acompañamiento continuo y honesto de docentes y profesionales debe ser una responsabilidad de la comunidad educativa para promover el progreso académico de los alumnos y su crecimiento personal. 

Fuentes de Información:

  1. https://observatorio.tec.mx/edu-news/error-aprender-a-equivocarse-powerskills
  2. https://www.edutopia.org/article/mistake-imperative-why-we-must-get-over-our-fear-student-error
  3. https://www.ted.com/talks/diana_laufenberg_how_to_learn_from_mistakes/transcript?language=es
  4. https://www.schoolmarket.es/un-crimen-llamado-educacion/ 

*CORPOEDUCACIÓN no es responsable por las opiniones ofrecidas en este espacio.